Me pongo a
tallar un trozo de encina, duro a más no poder, sabiendo que poco podré
recrear. Ni siquiera lo que no puedo imaginar. Porque todo lo que me pasa por
mi mente era bello. Era, porque ya no se reproducen más. Porque este dolor que
no provoca heridas físicas, me regala la dejadez. Me lanza de cabeza a la
quietud.
No puedo
amar, no puedo temer, no puedo sangrar,
no puedo ser. No corre sangre por mis venas, no fluye tu anhelo entre mis labios.
Solo huye la pasión que acumulabas en mi alma.
27/12/012 D.B.G.
No hay comentarios:
Publicar un comentario